martes, marzo 13, 2007

Decálogo del Perfecto Cuentista.

I - Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

II - Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

III - Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

IV - Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V - No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

VI - Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla.
Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII - No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII - Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX - No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

X - No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.(seguir leyendo)

Del Funcionamiento de las Metáforas

Pienso. Me pasa a veces y en general no resulta algo mejor ni más eficaz que las oportunidades en que no pienso. Pero en este caso, pienso. Pienso, a raíz de las paparruchadas meteorológicas de los posts anteriores, en cómo funcionan la metáforas, en cómo es el tránsito desde eso que es un hallazgo, a veces ligado al genio individual, otras ligado al genio del pueblo o entelequia afín, hacia el lugar común. Digo, algo o alguien, Sujeto X, a él los honores del caso, da con un modo creativo de nombrar algo que está ahí en el mundo y que reclama un nombre, lo pone en relación con otros nombres y lo recorta del sinsentido. El Sujeto X crea una metáfora, que inicia, si resulta una metáfora exitosa, su camino para convertirse en un lugar común.

Nuestro idioma no suele ser muy feliz a la hora de crear vocablos por aglutinación, sus mecanismos preferidos son otros, pero podríamos decir que hay cierta clase de días que son, a secas, un diagris. Los diagrises son días tristes o melancólicos. Se contraponen con los maldicionvaaserundiahermosos, días pletóricos de sol en los cuales uno lamenta no ser un animal salvaje que brinque (puesto que en esta clave los animales brincan, no saltan) bucólico en una verde y soleada pradera.

Pero en todo caso, veo ahí cómo la metáfora abandona su condición de novedad, ya no es un chispazo de genio que da con un nombre para algo que está en el mundo para pasar a ser el nombre de eso que está así en el mundo, de esa peculiar manera y en esa particular disposición. Se convierte primero en lugar común, y luego, si tiene suerte, en un sustantivo.(seguir leyendo)

La Mala Literatura


Por el periodista independiente
La mala literatura no tiene nacionalidad, puede estar en España, en Estados Unidos o en Argentina. Hoy España empieza a parecerse a Estados Unidos en trabajar la cultura light, para vender literatura barata a la masa gruesa de la gente (del poder o por el dinero hacia la comunidad como diría Noam Chomski). Un tema llamativo y un lenguaje sencillo y poco original es todo lo que se necesita para empezar, la empresa comercial o editorial hace el resto (o lo inventa). Cultura light en España que es aprovechada también por peruanos y latinoamericanos.

En el Perú es diferente, no hay mercado de literatura, porque la piratería vende de acuerdo a la realidad del país mientras en las grandes librerías se vive el occidentalismo -como diría Mario Vargas Llosa- en toda su gloria (ahí el mismo libro llega a costar 6 o 7 veces más).

Encima hay una pugna, entre los escritores que se autodenominan la voz del pueblo y que no les importa el nivel de la literatura que hagan (al pueblo barato, insustancial y con mucha grasa parecen decir). Y los escritores de la clase afortunada que en “sus” diarios son entrevistados, o se otorgan reseñas fantásticas y cargadas de felicitaciones, por críticos “amigos” (la imaginación de George Lucas se queda corta).(seguir leyendo)

lunes, marzo 12, 2007

Cumpleaños de García Márquez






6 de marzo.- Mientras ojeo los diversos eventos de homenaje a García Márquez por su cumpleaños y por sus otros aniversarios, y también el tratamiento periodístico del asunto, constato que el género del encomio o de la apología sólo admite la hipérbole. Una hipérbole progresiva y acumulativa, aparte de desgañitada. No sólo se trata de que nada bueno quede por decir, sino de que no pueda decirse nada mejor. Toda una desvalorización del sujeto encomiado, si se piensa un poco, pues es el género lo que se impone y no el sujeto y la obra.

Por otro lado, la falacia del género salta a la vista, ya que no ofrece perspectiva alguna de aquello que ha convertido en proclama y sólo considera los distintos grados de adhesión. En este clima emocional nadie se atrevería a decir, fuera de estar o no equivocado, que García Márquez es un buen periodista (en el sentido de la categoría literaria fundada por Cyril Connolly) y que sólo la ofuscación y la demagogia de sus poderosos señeros (seguir leyendo)

sábado, marzo 03, 2007

SOBRE LA TRASLACIÓN DE LOS RESTOS DE CÉSAR VALLEJO / WÁSHINGTON DELGADO



Antes de morir dijo César Vallejo: “No volveré al Perú mientras le quede piedra sobre piedra.” Y no volvió, muerto se quedó en París, enterrado en el viejo cementerio de Montrouge. Sus huesos errabundos allí reposan, desde mil novecientos treinta y ocho. Casi cincuenta años han pasado, en mil novecientos ochenta y seis estamos. En el Perú(seguir leyendo)