martes, septiembre 09, 2008

Entrevista al filólogo y laureado escritor Ismael Piñera (es decir, hay Piñeras y Piñeras)



Cristina Cartes, La Nueva España

Premio de novela corta «Gabriel Sijé» por su obra «La falsa memoria», este joven filólogo asturiano ya estaba familiarizado con los galardones literarios. En 2003 recibía premio «Asturias joven» de poesía correspondiente al año anterior y seguía trabajando en distintos proyectos, como la ficción fílmica o la recepción de los discursos. Actualmente, compagina su labor de docente en el Instituto de Educación Secundaria de Luanco con su verdadera pasión, la escritura.

-Poesía, género histórico, narrativa. ¿Se queda con algún género en particular o cada uno según el momento?
-Cada uno de esos trabajos son fruto de momentos distintos. Algunos son libros de encargo, aunque al final les acabe cogiendo cariño. En cuanto a la obra «Gijón: vida cotidiana...» fue una investigación interesante, pero no es mi opción literaria principal. La poesía siempre me gustó, publiqué un libro que fue premiado, pero hoy día, cada vez que lo miro, me parece una imagen poco satisfactoria de lo que me gusta como escritor. Como más a gusto me siento es con la narrativa.

-¿Qué es más gratificante: la enseñanza o la escritura?
-Son cosas totalmente distintas. Una es el trabajo, que es importante. Tiene sus momentos también muy gratificantes, como el contacto con la gente joven. Siempre hay alumnos que consiguen estimularte de diversas maneras. La escritura es una actividad solitaria, depende del ánimo, uno trabaja a su ritmo. No me quedo con ninguna. La enseñanza es gratificante e interesante y yo la disfruto mucho, aunque mi pasión son las cosas que hago después de trabajar.

-Como filólogo y como asturiano, ¿es suficiente con el reconocimiento del asturiano como patrimonio lingüístico o hay que luchar por la oficialidad?
-Ni escribo ni apenas leo en asturiano. Tampoco me atrevería a mojarme. No creo que esté en condiciones de opinar en un tema tan delicado del que no tengo mucha información.

-Ha investigado en asuntos relativos al cine y la televisión. ¿Qué tienen estos dos medios que tanto llaman la atención a un filólogo?
-Yo soy un filólogo más volcado en la literatura y en la narrativa. Mi tesis doctoral es de teoría narrativa, que es el género en el que intento escribir la mayor parte de las veces. Descubrir cómo estos dos medios reformulan técnicas narrativas muy antiguas o contemporáneas, o cómo ofrecen respuestas a técnicas narrativas complejas, resulta un proceso muy fascinante. Sus maneras de contar historias tienen un poder de atracción tremendo. El cine y la televisión, sobre todo las series de ficción, son un universo maravilloso. Hay guionistas y creadores que me apabullan con su sabiduría para atrapar, entretener y sugerir, contar con dignidad esas tramas.

-También ha analizado la recepción de los discursos. En su caso, ¿quiénes son sus receptores? ¿Para quién escribe usted?
-Uno escribe para el lector que lleva dentro en primer lugar, y luego siempre hay un pequeño y sufrido círculo de amistades y amigos que te toleran y están dispuestos a perder el tiempo leyéndote.

-¿Hablar de letras es hablar de paro, como tanto se oye por ahí, o eso es sólo una leyenda?
-No desanimo a mis alumnos cuya vocación son las Letras. Cuando yo hice Filología había una gran cantidad de gente estudiando ese tipo de carreras y el acceso laboral era complicado. Ahora hay menos, son estudios muy gratos y lo recomiendo a quien tenga esa pasión. La Universidad no debe ser sólo un paso para el mercado laboral, sino también para formarse y crecer como persona. Las letras tienen un valor para la formación de las personas innegable. No solo está la enseñanza, hay otras labores, como el trabajo en la empresa, en la que una formación así ayuda muchísimo.

-La literatura actual parece retomar la idea de desdibujar la frontera entre lo real y lo onírico...
-Es una cuestión de un cierto realismo psicológico. La realidad es una ficción que sucede dentro de nosotros, es algo que estamos imaginando constantemente, pensando que las cosas son de una manera y luego son de otra. La vida es lo que sucede de puertas para adentro de nuestra conciencia. Dar legitimidad a nuestro mundo interior es un afán de realismo psicológico.

-En su última novela, el protagonista tiene la idea de que en la vida todo es cuestión de tiempo ¿La comparte usted con él?
-Sí, desde luego. El tiempo es el que nos proporciona algo tan maravilloso como los recuerdos o las expectativas, algo que está por suceder. Vivimos constantemente en una especie de espiral temporal. Estamos atrapados en la espiral del tiempo infinita y ojalá que lo estemos mucho tiempo. La definición de vida es la de tiempo. (seguir leyendo)

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