
Antes de morir dijo César Vallejo: “No volveré al Perú mientras le quede piedra sobre piedra.” Y no volvió, muerto se quedó en París, enterrado en el viejo cementerio de Montrouge. Sus huesos errabundos allí reposan, desde mil novecientos treinta y ocho. Casi cincuenta años han pasado, en mil novecientos ochenta y seis estamos. En el Perú(seguir leyendo)
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